La impresión de más de 15 millones de papeletas, la preparación del personal que estará en las mesas electorales y el trabajo de cabildeo que se realiza dentro y fuera del país, es parte de la maquinaria mediática que se ha desplazado para provocar en la población, los más hondos sentimientos para asistir a las urnas este 29 de noviembre.
“Estas van a ser las elecciones donde más va a participar el pueblo”, dijeron los miembros del Tribunal Supremo Electoral, después de gastar millones de dólares, colocando urnas en los estados de Nueva York, Miami, Los Ángeles, donde no llega ni el 20% de los hondureños radicados en Estados Unidos.
El golpe de Estado, al interior de Honduras, ha dejado de ser un tema actual, e incluso la figura de Zelaya dentro de la embajada brasileña, ya no incomoda a los intereses de aquellos que buscan la presidencia. “Yo le pido a Micheletti y a Zelaya que busquen una salida pacífica”, dice Pepe Lobo, aspirante a la presidencia por el Partido Nacional, lo que separa su figura del golpe.
Por su parte Elvin Santos, candidato por el Partido Liberal, hace el llamado a la “unidad”, evidenciado el enorme fraccionamiento que el golpe produjo, incluso en las filas del partido que él representa. Ambos, Elvin y Lobo, buscan levantar el perfil de sus dos comparsas, el desconocido Bernard Martínez del PINU y el ex sindicalista y ahora empresario, Felicito Avila de
Las promesas de estos ciegos de la realidad, como siempre, se basan en las enormes vulnerabilidades que tiene el pueblo hondureño y que se han profundizado por las políticas de los antecesores de estos mecías políticos.
Las canciones y las frases demagógicas no faltan dentro de los candidatos, para los que no pasa nada. Incluso la posible renuncia de Carlos H. Reyes, candidato independiente y César Ham de
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